Esa noche empezó como una más. Como tantas noches en que los pasillos de la empresa guardan ecos de la jornada, y alguna madera del piso desvencijado y lustroso deja escapar algún crujido, haciendo saber de sus quejas de tantos pasos que recibe a diario.
De vez en cuando me asomo a alguna ventana que quedó abierta, para respirar la noche en su aroma de acero cortante, y mirar un cielo despejado y una luna lejana, pálida, muda.
Como tantas noches, estoy solo en el desolado edificio, y mis tiempos se dividen entre tomar café, caminar hacia alguna oficina vecina y refregarme los ojos enturbiados por el monitor.
Ya hace tres horas que estoy aquí, solo, con la poca luz de una lámpara, casi sin emitir sonidos.
No escuché sus pasos.
Cuando me habló desde la puerta, a mi espalda, no me sobresalté, sino mire con extrañeza un sonido fuera de lugar en la madrugada, en mi madrugada que transcurría solamente acompañado por los sonidos de una radio.
Me di vuelta. Sus lentes –ese atrapante celeste incierto- reflejaban la tenue luz de mi escritorio. Su pollera ajustada y su camisa clara y desordenada declaraban que su día de trabajo se había hecho más largo que de costumbre.
Sus pies descalzos en el piso de madera me hicieron comprender su sigilo.
-No te conozco- escuché.
-Yo tampoco- respondí con tono de defender mi noche, y aclarar que si había un intruso, yo no lo era.
-Estoy buscando un poco de café- dijo entrando y mirando en derredor de mi oficina sin timidez.
Bajé la radio y me estiré hacia la jarra. Llené hasta el medio la sedienta taza turquesa que me extendía.
Se sentó. Su pelo negro, desbaratado después de un día completo de trabajo, se apoyo suave en sus hombros.
Hablamos de la madrugada -y no del trabajo-, del edificio vacío, de la ciudad dormida allá afuera. De la noche.
Sus ojos, cansados, brillaban con el reflejo del monitor. Con poca luz, intuyendo más que viéndo claramente, estiró sus dedos hacia el paquete de cigarrillos que yo había dejado sobre el escritorio.
Mientras lo encendía, su pie desnudo acariciaba la tibia madera del piso.
Cuando acercó su cuello, su cuerpo hacia mí, tratando de alcanzar el cenicero en la otra punta del escritorio, demoró el movimiento. Con un leve soplo, aparté el mechón que cubría su nuca. Su piel se estremeció mientras un sonido sin vocales brotaba de su garganta. Giré su rostro mientras sus labios dibujaban una leve, sutil entrada.
Mordí. Su boca, que exhalaba aire caliente y húmedo, sabía a café y tabaco.
Sus ojos me miraron grandes, con atención, sin sorpresa.
Desabroché su camisa sin premura y su corpiño blanco apenas pudo mantener la urgencia de su interior.
Cuando la recosté, lento y suave sosteniendo su nuca, sobre el escritorio, sus piernas se desbarataron haciendo caer papeles, teclado, portalápices. E incluso una taza turquesa medio vacía.
El piso de madera crujió debajo, pero no por huellas del día.
...
6/8/07
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9 comentarios:
Ah ! no! esas cosas no se hacen en el area laboral, que falta de respeto por Dios ...
Asi cualquiera se dedica full time al trabajo, eso es trampa.
Aparte de que lo hecho hecho está y ud ya cobró encima por las horas extras efectuadas, me vuelvo a preguntar si son de los post que tienen que ver con otros planos (?) esos que sin llegar a la psicosis estaban permitidos (?) eso nada más.
Igual ya se que en este piso esos intringuuis no se develan.
Rosh: mi jefa me autorizó
Pol: el trabajo dignifica, diría el general.
si si, y uno siempre transpirando la camiseta por la empresa, hace lo que sea necesario.
Rosh: así es, en el piso las charlas estan limitadas a un tema.
(...)
La noche.
Pol: Y ni le cuento si uno mismo tiene un micro emprendimiento, o una pyme sólo con dos o tres integrantes...
Ja! asi que tanto misterio con su prefesión y termino siendo el portero de la publicidad de Knorr..
Mire ud...!
jajaja ni que me leyera la mente ... joderrrr.
Deme 15 min. y vaya a leer mi último post.
... ya ni con el factor sorpresa puedo con Ud.... me retiro del juego
Swimm: Ud ve mucha tv...
Pol: Naaa, así no vale. Ud tira con munición gruesa. Sí, ok me queda el factor sorpresa pero lo suyo es de alto vuelo.
(Si volara más bajo me sentiría decepcionado)
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