24/9/08

Delfín (*)

Un delfín en la tormenta, solo y con tanto mar por todos lados.
Endeble, con la premisa de altanería lacrada en su piel, muy a su pesar. Y tanto que le queda ajena, extraña, casi tan mal acuñada como una cicatriz bastarda que la acompaña en su difícil camino.
La conocí una tarde de febrero, no por su forma, sino por el aroma que brotaba de algún lugar cerca de su nuca.
La supe sentada a mi lado, sin palabras, y sólo tenía sentidos para aquel aroma. Era lo que mejor la descifraba, ocultando todo aquello necesario de ocultar, poniendo sólo a la intemperie la punta de aquella piedra rosetta que traducía distintas lenguas a la única conocida, mostrando al mismo tiempo que había demasiado. Enmascarando sólo para cualquier ser distraído que no se detuviera a buscar más allá del aroma, más adentro en su propia naturaleza, el origen indiscutiblemente selecto de esa extraña, pero descifrable marca. Quizá mucha mujer, quizá sólo una corteza.
No cruzamos palabra, pero estábamos al tanto uno del otro. Supe que era mi turno de mover, y aún así no lo hice. Hubiese sido acelerar, desbocar a los caballos en una desenfrenada carrera intuyendo que no era el tiempo, aunque esa era la manera más ansiada quizá, pero más segura también de llevar a la zozobra una embarcación demasiado fresca como para internarse en profundidades que el tiempo signaba como destinatarias de su estructura.
Sabía que los caminos se nos cruzarían, aún sin saber cómo, pero estaba escrito.
Mi tiempo se iba acortando pero el suyo no guardaba premura. Sólo una herencia mórbida y mis desajustes siempre de momentos equivocados.
Pero estaba escrito. Y ambos lo sabíamos, aún sin saberlo.


(*) Del cuaderno de lo escrito hace muchos años

16/9/08

Preguntas

Cuánto es mucho?
Cuántos son muchos?
Muchos son “los suficientes”?
Muchos son “algunos más que unos cuantos”?
O será que “mucho” es algo que no tiene una medida estipulada?
Quizá, no, es seguro que el “mucho” no es para todos igual, ni siquiera lo mismo. Por lo tanto no es medible con parámetros ajenos, que suelen llegar como diatribas amenguantes sin medir el tono cuántico de quien dice “muchos” (“que suelen llegar como....sin medir el tono...de quien dice..”).
“Muchos” vive lindando en la frontera con los “demasiados”, y cruzarlo sería una torpeza. Jactarse de tener “mucho” es muy distinto a apenarse de tener “demasiado”.
Por ahora se acercan a ser “muchos” y distan... aún distan de ser “demasiados”.
Y no quisiera llegar a ellos.

7/9/08

Endemientras

Cuando los hoy son más ayer que mañana,
cuando no hay ayer,
cuando el hoy es irrisorio, y el mañana utópico.
Cuando lo que podría hacer ya lo hice,
cuando quedan varias cartas en la manga,
cuando simplemente la mesa de juego no esta tendida.
Cuándo?