11/6/08

Al menos ella..

El día que la conocí no nos estuvimos mirando demasiado. Al menos ella.
Intuía mi presencia, pero no dedicó más que una mirada rápida para darme por presente.
Por presente.
Es mi manera dejar suceder, estar atento a cada minúsculo movimiento que tenga significado, y no hacer alarde de él... sólo dejarlo ser.
Dejarla ser. Qué mejor libertad para cualquier persona que dejarla ser?
Sin embargo sabía, con ese saber indescriptible en palabras, que algo nos pondría en contacto esa noche. Lo podía sentir sin describirlo.
Fue una noche larga, el calor agradable de un verano que ya empezaba a tirar la toalla nos acompañó a todo lo largo de la noche, maravillosa desde su gestación.
Cada uno en su tema, desencontrados pero sin esforzarnos por hallar la sintonía. Al menos ella.
Hasta que hubo un momento, un instante, imperceptible pero conciente, fugaz pero rotundo.
Estaba cerca de mí, cerca de mi reposado asiento sobre el parque, que apenas alumbrado por algunas velas y una luz lejana creaba el clima íntimo adecuado para todo el encuentro.
El encuentro en el que ella no era una invitada, sino casi la anfitriona. Casi.
A no ser por su orfebre, mágica y firme, endeble y tenaz. Intensa y sutil.

Puso un objeto en mi mano, muchos colores y formas indescifrables, y me explicó sin palabras su función, su mecánica. Me explicó sin palabras su motivo.
Usé un razonamiento rápido para comprender el mensaje, no el explícito sino el otro.
Jugamos, jugamos hasta que me enseñó como festejar nuestro encuentro. Hasta que aplaudió sin palabras para llevarme a jugar su juego.
Lo jugué convencido, convencido de su alegría apenas demostrada, de su momento dedicado a mi mirada, de sus manos acompañando las mías.
Hasta que ella se cansó. De la noche, de mí, de todo salvo de su orfebre, -sabemos que lo intenso debe ser breve, si no lo fuera sería un esfuerzo mantenido ya sin alegría sino por complacencia - y se marchó sin mirar atrás pero dejando un beso rápido.
Pero por algunos minutos, algunos infinitos y fatuos minutos, estuvimos hablando el mismo idioma.
Cuando sonrió supe que lo había logrado. Conmoverme para dejarme emocionado el resto de la noche.
Al menos ella.
De la mano de su orfebre


Hoy empezó a respirar sintiendo el aroma picante del aire en su nariz.
...y estamos felices.

4 comentarios:

Z E N dijo...

Como puede transmitirse, impregnarse, en una mirada, en un roce imperceptible o quizás, en una lejanía espacial...pero todo nos avisa en el Universo, que dentro, nos vinculamos de alguna manera u otra, algunos dicen por finos hilitos de plata, pero no se, con el otro, que nos completa un instante que yo llamo, humildemente, de felicidad.
Lindas experiencias, gratas, lindos pensamientos. Limpios.
Un abrazo amigo mio. Un gran abrazo.

La Colo dijo...

que regalo mas maravillosoooooooo... porque es un regalo, no????? lo voy a atesorar junto a todos los tesoros que guardo para que ella, algún día pueda vislumbrar todo el amor que la rodea... GRACIAS CIRU!!!!!!!
te quiero mucho

fiorella dijo...

Lo iba leyendo y sin conocerlas sabìa que era de ellas que hablabas.Una instantànea del màs profundo sentimiento.UN beso

Florecita dijo...

Me parece que como dice Colo es un gran regalo... sentir el aire, vivir la vida... un abrazo lleno de todo lo bueno que hay en usté!!!!