17/3/08

Noche con yapa (interplanet eight)

La noche, generosa, volvió a darle al resto de las noches la duración que le corresponde. Anunciándolo, la luna mostró la mitad de su cara –una sonrisa con demasiados dientes- en medio del cielo desde temprano. No sería una noche más, sino una noche más larga.
Desde el este, norte y sur confluirían los planetas hacia el espacio amarillo, la cabaña patagónica aromatizada en hierbas y que casi siempre se ubica, generosa, en el ojo de la tormenta.
La intensión de variar la dieta por algo con más manos propias en su elaboración llevó, casi sin necesidad de solicitudes o premisas gastronómicas, a compartir cazuelas de pastas que se vaciaron demasiado rápido. Cuando intervienen opiniones, condimentos ahumados (¿) y costumbres dispares venidos desde puntos disímiles de la galaxia, generalmente el producto concretado tiene ese sabor especial de lo ignoto y sorpresivamente gustoso.
Ya éramos viejos conocidos, pero las ganas siempre acuden vestidas con ropas de estreno.
Los que no estuvieron estando siempre, se extrañaron. Los que dejaron su impronta en libros de visitas asistieron silenciosos. De alguna manera estaban todos, todos los que debían estar, como sucede en todo cosmos que se precie de serlo. Aún los planetas lejanos haciendo llegar su brillo.
Los pies descalzos, la ropa oriental, las sandalias contrastando con uñas siempre rubí y los paseos erráticos viajaron por 6 horas entre mini series, vidas pasadas, cartas astrales con géminis habitando alguna “casita”, masas ostentando derroche de ricor y viajes pascuales hacia lejanas tierras. Los húmedos visitantes nocturnos gobernaban los fugaces traslados de ubicación hasta llegado el momento de la partida.


El transbordador rojo, que esperó paciente bajo la maraña de hojas, despegó dejando escuchar un zumbido. La dueña de casa se ocuparía al otro día de ollas y cubiertos esparcidos en la pileta, y la noche ya no amenazaría con acercar el despertar de los gorriones.
Las almas entibiadas viajarían nuevamente hacia el este, norte y sur, sabiendo que la distancia, que a veces se estira irremediable, es sólo un espacio de tiempo.
Jamás un vacio de intenciones.

7 comentarios:

Florecita dijo...

O sea que yo estaba ahí, en mi sillón blanco con toíticos ustedes... ummmm y con pastas, muchas pastas...

Cirulaxio dijo...

Ocbio!

La Colo dijo...

o sea que mientras yo le hacía reclamos , usted ya había cumplido con tu tarea... mmmmmm me siento un poco mal... muy poquito, no llore...
hasta transbordador había... un verdadero lujo de detalles excelentemente descriptos... veo que es usted muy observador. Un placer.

Rochies dijo...

osea que le puedo regalar para su cocina masala ahumado, curry ahumado y sal ahumada???
la primera vez que me los vendieron me lo señalaron como un verdadero viaje de ida...
Y ha sido así.
Me mate pensando quien tenia atuendo oriental ...
Si Flor, ud RE estaba!!! ojcors!!! mas que nadie shhhhh, de hecho en principio la meeting era para recibir a SU amiga que enfermose :(

Z E N dijo...

Querido amigo, este encuentro leído desde sus letras me hizo acordar de Carlos Castaneda.
Le mando un abrazo grande.

Cirulaxio dijo...

Flor: "su" sillón blanco!? Mire que ya se hizo dueña de varias veredas y mesas de bares.. también del sillón??
No se imagina lo rica que estaban las pastas...también! con la mano de quien las cocinó!

Colo: Placer mutuo, y el transbordador ya es un clásico, infaltable, aún con humedad de lluvias.

Rosh: Cuando pueda, averígueme para qué sirven esas cosas ahumadas que tiene por ahí, porque sales he probado muchas, pero ahumada ninguna. Y Aún no se que es el masala.
Guglee y cuénteme.

Sr Zen: y eso que no hice mención al golpe en el plexo solar que recibí al irme!!
Un abrazo.

RMS dijo...

Gustosa la conjunción. Lo agradable que es y será el calor de los viejos conocidos, aún cuando estos sean reconocidos hace una hora...
Y si, así se hizo la noche.
Abrazo.