7/3/08

Inocente historia marina

Érase en un cierto tiempo, alguna vez, una playa. Casi una cualquiera, tampoco una paradisíaca, sino una playa cualunque, acariciada por olas de un océano bastante cálido. Solitaria, totalmente deshabitada... o por lo menos a simple vista, ya que de vez en cuando alguna medusa decidía saciarse de sol en su arena.
Esta playa, olvidada del resto de la inmensa vastedad del mar, había sido signada por algún dios sensible para que en su arena, en su ardiente y blanca arena, fueran a dejar su osamenta algunos caracoles que tuvieron una mejor jornada en tiempos pasados. Días de mecerse con las corrientes, de revolotear en el lomo de los delfines, de jugar a las escondidas en el esqueleto de algún barco naufragado.
El hecho es que, a esta playa iban a yacer aquellos caracoles, con sus colores aun radiantes, sus nácares aun lustrosos, para pasar sus últimos momentos de vida al rayo abrigado del sol.
Cierta vez se dirigían a esta alfombra de arena que se dejaba humedecer los labios con la espuma de las olas, dos caracoles. Pero no iban juntos, sino cada uno provenía de algún rincón muy distante del otro. Ninguno sabía que otro caracol, al mismo tiempo, se dirigía a la misma playa.
Ellos era bien distintos... o no tanto, pero si lo eran en sus colores. Uno, radiante, coronado por una cabellera de algas doradas, pequeño, tímido aunque audaz en su nado. Sus valvas se habrían como una sonrisa ancha, grandiosa, con tantas ganas de conocer otros mares, de los que había tenido noticias en sus sueños, pero desconfiando que fuesen realidad, había decidido encaminar sus pasos hacia la playa.
El otro, sereno, lánguido, de movimientos dosificados y medidos, sabiéndose capaz de mucho, pero desconfiado de nadar grandes distancias si no existía en el otro extremo alguna razón de lo hiciera sentir útil, necesario... vivo en definitiva. Con grandes sueños de los que no dudaba, y colores profundos que sólo deseaba mostrar a quien lo observara con otra mirada, y no con la cotidiana y abúlica de cualquier marea.
Estos dos caracoles, faltando algunos metros para llegar a la playa, llegaron a ponerse a la par... y se miraron.
Y ambos detuvieron su nado. Primero de manera distraída, mirando hacia el fondo o a los peces que pululaban a su alrededor, luego con la mirada mas atenta hacia el otro. Hasta que se saludaron y dejaron escapar alguna burbuja de su interior.
Y el caracol de sonrisa ancha se mordió una uña. Y el de movimientos medidos miró con mas atención.... y soñó.
Se acercaron uno al otro, y ambos, sin pensarlo demasiado, dejaron escapar un “hola”, aunque el movimiento de las olas, frenéticas a medida que se acercaban a la orilla, les impedía rozar sus caparazones, y los mantenía a distancia.
Ambos decidieron cambiar sus rumbos, no ya hacia una playa para bañarse en los rayos del astro dorado, sino probando nadar algunos metros mar adentro, pero juntos.
Juntos.
El temor los paralizaba de a uno por vez en su osadía. El miedo de confiar nuevamente. Pero sólo era necesario que el otro dejara escapar alguna burbuja, algún rictus de su boca para hacerle saber, a quien dudara, que nadar mar adentro no era sólo una aventura sino que era saberse al lado de otro caracol que valorara sus esfuerzos de nadar, que ayudara cuando las corrientes se ponían en contra, que protegiera el delicado nácar del interior del otro simplemente por haber encontrado en sus colores la magia.
....
No se los volvió a ver acercándose a aquella playa. Quizá estén juntos, jugando con los camarones y los delfines, conteniéndose en sus temores de peces hambrientos, y acompañándose por esos mares que ambos habían soñado, pero que necesitaban encontrarse para recorrerlos.

9 comentarios:

Florecita dijo...

Esa historia no es ningún inocente... ya por fin en el piso algo!!!!!

RMS dijo...

Lo que es el mar, lo que son los mares, lo que nos hacen hacer, sentir, amar... los mares.
Muy bueno volverlo a leer estimado.
Un saludo.

Rochies dijo...

NO NEWS GOOD NEWS CIRUS SEGURAMENTE ESTARAN PASANDOLA DE LO MEJOR ;)

MARIANA dijo...

BELLO, ENTRAÑABLE, ENCANTADOR, DA GANAS DE IR MAR ADENTRO.
le mando un beso, querido amigo, me ha encantado lo que leí...mejor dicho: lo que ud. escribió.

La Colo dijo...

encontrar al compañero de ruta, de vida... qué lindo

Cirulaxio dijo...

Flor: cómo que no es inocente? es una historia así, liviana y acuática. Húmeda y burbujeante.

Rammses: el mar es el origen, de allí venimos y asociamos muchos sentires hacia él.
Muchas gracias, placer estar nuevamente en grata compañia.

Rosh: porqué será que las demandas vienen siempre que hay necesidades?

Casandra: Ir mar adentro debería ser una constante. Vió que uno vuelve triste cuando tiene que retornar a la playa?
Los ojos que leen tiene más trascendencia que las letras escritas.
Gracias.

Colo: Al menos el compañero de aventuras, que eso debería ser la vida.

La Colo dijo...

eso!!!!! compañero de aventuras

Anónimo dijo...

CIRUS SAID:

Los ojos que leen tiene más trascendencia que las letras escritas.

wowwwwwwwwwwwwwww

Adriana dijo...

los placeres del mar eh!!! que bueno que volvió